14 de marzo de 2012

UN PENSAMIENTO INMADURO (3ª PARTE)

c) El desarrollo del sistema tecnológico.


Otro aspecto que no se reconoce con acierto es el del desarrollo tecnológico. La evolución de la tecnología es lo suficientemente compleja e importante como para dedicarle mucho más tiempo y espacio del que le voy a dedicar aquí. Es una cuestión que se presta a la controversia y a la valoración subjetiva, por esta razón predomina a su alrededor una aureola de aceptación. Las tecnologías, una a una, suelen ser muy eficaces en las tareas para las que fueron diseñadas y, al ser tan útiles, no podemos imaginar que formen parte de un problema que se extiende mucho más allá de nuestras narices. Que se suelan valorar únicamente por lo bien o mal que nos vienen refleja un sesgo de valoración que no se puede justificar racionalmente. Hoy día, al alcance de cualquiera, se encuentran los datos y los hechos que vinculan a las tecnologías, como conjunto, con los peores daños que afectan a la naturaleza salvaje y con los peores trastornos ocasionados a los seres humanos. Este conjunto de tecnologías es lo que aquí se denomina sistema tecnológico y se caracteriza por los siguientes rasgos:

i) Funciona como un sistema. No está de más señalar esta verdad evidente. Los componentes de todo sistema guardan una relación entre sí. Esta relación puede ser directa o indirecta, siendo posible describir cualquier sistema como una red de interrelaciones entre elementos. ¿Por qué es importante esto? Porque estas interrelaciones entre tecnologías del sistema tecnológico imponen unas cargas a la sociedad, la condicionan y, a la larga, imponen las direcciones de desarrollo de las sociedades contemporáneas.

Asimismo, esa red de interrelaciones tiende a fortalecer la cohesión de todo el conjunto de tecnologías permitiendo relaciones de interdependencia entre unos componentes y otros. Esto significa que es muy difícil y complicado, quizá algo directamente imposible, separar o extraer ciertos componentes del sistema sin afectar a los demás. Luego no es tan fácil, o posible, hacer lo que dicen algunos sobre quedarse con las tecnologías “buenas” y abandonar las “malas”. En la mayoría de ocasiones son inseparables.

Resumiendo, el sistema tecnológico es un conjunto cohesionado e interrelacionado de tecnologías que da forma al funcionamiento general de la sociedad.

ii) Dinámicas de expansión o desarrollo. En los últimos siglos, el sistema tecnológico ha venido ganando preponderancia en las dinámicas de cooperación y competencia entre sociedades y entre grandes organizaciones sociales. En este contexto, la revolución industrial supuso un aceleramiento del desarrollo tecnológico. Como si se tratase de una ecuación con un único resultado posible, siempre que se juntan materias primas y tecnologías capaces de explotar las fuentes de energía disponibles se acaba llegando al crecimiento y la expansión de todo el sistema. Ni que decir tiene que los impactos sobre la naturaleza de estos procesos son a su vez mayores y más graves.

Pero, además, el sistema tecnológico también propicia su propio crecimiento por los problemas que genera a las poblaciones humanas. Para el sistema son necesidades, no problemas. Y sus necesidades son siempre prioritarias. El crecimiento de las grandes urbes ilustra este punto. La producción a escala industrial de tecnologías y productos congrega y hacina la población humana en grandes núcleos, lugares que habitualmente no disponían de lo necesario para tanta gente. Hay que resolver este problema mediante el transporte o la creación de grandes infraestructuras que abastezcan de lo necesario a la población (por ejemplo, sólo hay que fijarse en el abastecimiento del agua). Otros problemas que se le generan a esas poblaciones son los problemas de salud generados por la contaminación de las industrias y del transporte motorizado. Problemas que tienen que ser “solucionados” con nuevas tecnologías médicas.

También hay problemas que no tienen solución como la inevitable restricción de la libertad individual. Estos problemas son solamente mitigados por un sinfín de nuevas tecnologías que, a su vez, amenazan con traer más consecuencias nefastas.

iii) Predominancia: el sistema tecnológico hace prevalecer sus necesidades y sus tendencias de desarrollo por encima de las necesidades de los individuos, en especial las que no son compatibles. Ya he señalado esto en el punto anterior, pero merece la pena recalcarlo. Normalmente, tendemos a personificar los cambios profundos que ocurren en la sociedad, tendemos a responsabilizar a alguien concreto de lo que ocurre. Pero es una tendencia ingenua de pensar. La sociedad se ha vuelto tan compleja que tendemos, erróneamente, a simplificarla con ideas más “manejables” sobre lo que hace fulano o mengano, o lo que hace el gobierno de tal color o de tal otro. Sin embargo, pensando de esta manera no percibimos los patrones de conducta recurrentes, la preponderancia del sistema tecnológico, la propaganda que lo justifica y alienta, las restricciones que nos limitan a la hora de experimentar nuestra valía en objetivos vitales que no procedan de esa misma propaganda, los distintos síntomas de estrés y perturbaciones del comportamiento humano provocados por la velocidad a la que funciona la sociedad tecnoindustrial, etc.

Analizar todas estas cuestiones, visualizando las interconexiones, es una tarea imprescindible para comprender los problemas del deterioro de la naturaleza salvaje y la restricción de la libertad.

Pero ciñéndonos a este punto, podemos comprobar, con dos ejemplos actuales, el peso descomunal que tienen las tecnologías sobre nuestras vidas. Los teléfonos móviles y los ordenadores, que al principio eran de uso opcional, hoy día son una dependencia a la que hay que adaptarse al coste que sea. Unos y otros han aumentado el ritmo del progreso y, por eso, el propio sistema incentiva su uso, cuando no lo impone directamente. Estas tecnologías tienen una faceta muy importante en el campo del entretenimiento.

Se dice, y suele ser cierto, que algunas nuevas máquinas han aligerado la carga de trabajo de los individuos, haciendo que las tareas requieran un esfuerzo físico menor (Una sola máquina es capaz de hacer el trabajo de muchas personas). Demos por válido también eso que dice la propaganda sobre el aumento del tiempo medio de ocio para cada persona (del “mundo desarrollado”). Estos dos hechos, que se plantean como una ventaja del desarrollo, es justo un síntoma de las perturbaciones que se producen en el proceso de poder de una parte importante de la población.

Entonces, por un lado, el desarrollo tiende a hacer la vida más “fácil” y sencilla, que no haya que esforzarse tanto por nada; por el otro, los humanos necesitamos esforzarnos por cosas importantes de forma autónoma. Consecuencia: aburrimiento. Para acabar con él, las personas demandan cada vez más entretenimientos, más sofisticados y novedosos cada vez. Móviles, ordenadores, videoconsolas son muy útiles para solventar esta carrera por huir del aburrimiento. Incluso hay gente para la que son adictivos.

Este desarrollo acelerado de ciertas tecnologías provoca que el ritmo de la vida se haya incrementado considerablemente para el ciudadano medio de una sociedad desarrollada. Mucha gente piensa que tiene una vida “emocionante” porque realiza muchas actividades y le ocurren muchas cosas, pero su vida sólo es hiperactiva. Se coleccionan emociones motivados por evitar el tedio y por experimentar el proceso de poder. Sin embargo, este desarrollo tecnológico sofisticado no logra satisfacer la necesidad de autonomía de muchas personas. Simplemente las trata de entretener constantemente con nuevos juguetes luminosos y eso favorece que no se fijen en la clase de mundo en el que viven.

Por último, este mismo desarrollo tecnológico genera que poca gente sea proclive a cuestionarlo, precisamente porque dependen de él, como se señaló antes. En cierto modo, lo “necesitan”. Y porque dependen de él, prefieren pasar por alto sus aspectos negativos. Un sesgo muy humano: tender a creer que lo que hacemos es más positivo de lo que realmente es. Como nos facilita la vida y nos entretiene con miles de opciones, debe de ser algo bueno para todo el mundo. Pero no, no lo es. Asimismo, hay quien ve en esas casi-infinitas opciones de entretenerse una ampliación de su esfera de “libertad”. Desde luego esa idea de “libertad” es tremendamente dañina para la naturaleza salvaje, y se encuentra en las antípodas de lo que yo entiendo por “libertad”.

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